Si bien muchos países de América conmemoran el 10 de octubre como el Día de Colón, fecha que simboliza el “descubrimiento” europeo y el inicio de la colonización, los pueblos caribeños y nativos americanos lamentan este día como un momento de invasión, ocupación y genocidio. Este año, el 10 de octubre de 2025, se cumplieron 15 años de la disolución de las Antillas Neerlandesas el 10 de octubre de 2010, una tragedia para el pueblo antillano, cuando los Países Bajos utilizaron la misma fecha histórica para imponer una forma renovada de recolonización y dominación colonial, que anexó la Constitución neerlandesa a su control directo sobre los Países Bajos.
Durante la sesión de formación del último Parlamento de las Antillas Neerlandesas en 2010, en la que estuvieron presentes funcionarios de las islas antillanas, James Finies les pidió que no abandonaran a Bonaire ni a la hermandad antillana tras la disolución de las Antillas. Hizo un llamado oficial para preservar un organismo antillano para la cultura, el deporte y otras formas de colaboración, a fin de mantener la unidad y la identidad común entre las islas. Sin embargo, su solicitud no fue tomada en cuenta. Mediante manipulación legislativa, se modificó el estatus de autonomía anterior de Bonaire, reduciéndolo a “entidad pública”, la clasificación administrativa más baja según la legislación neerlandesa. Esta reclasificación ha sometido a Bonaire a múltiples niveles de gobernanza antidemocrática desde La Haya, eliminando la democracia representativa y violando las normas internacionales y de las Naciones Unidas sobre autogobierno y autodeterminación.
A pesar de un referéndum en 2015 en el que el 66% de los habitantes de Bonaire rechazó el estatus impuesto, los Países Bajos anclaron definitivamente este estatus impuesto en 2017, fortaleciendo así un sistema moderno de dominación colonial continua.
Una de las primeras medidas de este nuevo gobierno fue la imposición de leyes “inmorales”, a las que se opusieron todos los líderes locales y ciudadanos, pues violaban los valores culturales y religiosos de Bonaire. La Haya ignoró las protestas e intensificó la subordinación política y la falta de respeto cultural.
El defensor de derechos humanos James Finies ha decidido liderar una campaña internacional en América Latina, el Caribe, Europa y en la sede de las Naciones Unidas, para denunciar y exponer las prácticas y el simbolismo colonial holandés.
En este proceso, Finies descubrió que la Misión Holandesa ante las Naciones Unidas se ubicaba en el edificio número 666 de la Segunda Avenida de Nueva York, una dirección con un profundo significado simbólico para los habitantes de Bonaire, quienes en su gran mayoría son cristianos y asocian el número 666 con el mal. Para muchos, esto se convirtió en una clara metáfora del desequilibrio moral y espiritual del colonialismo. Tras la exposición pública de este simbolismo en redes sociales, la Misión Holandesa ante las Naciones Unidas cambió recientemente, discretamente, el número del edificio de 666 a -6 Grand Central Building: un cambio pequeño, pero de gran importancia.
“Este cambio demuestra que incluso los símbolos del colonialismo pueden ser confrontados y transformados”, “Nuestra lucha demuestra que denunciar y exponer la injusticia, tanto de la práctica como del simbolismo, puede generar un cambio real”.
Mientras Bonaire conmemora los 15 años de la anexión del 10-10-10, este cambio de simbolismo, el cambio de nombre del edificio de la Misión Holandesa ante las Naciones Unidas, representa un testimonio de la fuerza de la sociedad civil y de la lucha internacional contra las prácticas coloniales persistentes y sus símbolos persistentes.

